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La Iglesia después de Bergoglio

Ante el inminente retiro de Jorge Bergoglio, la jerarquía de la Iglesia Católica argentina debate el perfil que tendrá el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal.

por Federico Poore
Debate, 05-11-2011

Mientras aún resuenan los ecos de las elecciones presidenciales, la Iglesia Católica se dispone a definir la conducción política que tendrá en los próximos años. El cardenal Jorge Bergoglio, titular desde hace dos mandatos de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), no puede ser reelegido para el cargo, lo que provocó que el clima previo al encuentro en Pilar esté marcado por las pujas entre postulantes “moderados” y “conservadores” para presidir el máximo cuerpo eclesiástico del país.

Los puestos por renovar son varios. Además de la titularidad y de dos vicepresidencias de la Comisión Ejecutiva, será definida la presidencia de más de 25 comisiones episcopales y los cargos estratégicos de Cáritas Argentina, en la que finalizará su ciclo el obispo Fernando Bargalló, y la presidencia de la Comisión de Pastoral Social, puesto que dejará vacante el obispo Jorge Casaretto.

“La Conferencia representa el conjunto de los obispos frente al Estado, por lo que resultará interesante saber qué relación tendrá el nuevo presidente con el gobierno nacional”, estima José María Poirer, director de la revista católica independiente Criterio. En ese sentido, el padre Guillermo Marcó, ex vocero de Bergoglio, sostuvo que en los últimos años “la Iglesia no viene teniendo un disenso de fondo” con el kirchnerismo y que el futuro depara una cierta renovación, pero en términos similares a los actuales. “En los temas que son coincidentes se irá para adelante, con más diálogo, y en los que no, se opinará, pero la opinión es sólo opinión”, reflexiona el sacerdote ante la consulta de Debate.

Dos meses atrás, la veintena de obispos que integran la Comisión Permanente del Episcopado celebró su última reunión antes de la asamblea en la sede capitalina de la calle Suipacha. Allí fue analizado el resultado de las primarias -si bien no fue emitido ningún documento oficial- y comenzaron a sonar con fuerza algunos nombres para suceder a Bergoglio.

¿Qué pasará con el actual hombre fuerte de la Iglesia? Bergoglio está al frente de la CEA desde noviembre de 2005 y, de acuerdo con la legislación canónica, no puede aspirar a un nuevo mandato. Más aún, el cardenal cumplirá 75 años en diciembre, por lo que también deberá presentar su renuncia como arzobispo de Buenos Aires, aunque en este caso se descuenta que su mandato será prorrogado “un año y medio más, por lo menos”.

LOS CANDIDATOS
En este contexto, el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, aparece como uno de los postulantes con más chances de sucederlo. A sus 70 años, el actual vicepresidente segundo de la CEA es considerado un fiel representante del sector “moderado” de la Iglesia. Es la máxima autoridad eclesiástica de su provincia y conoce bien a Cristina Kirchner: en noviembre de 2009, viajó al Vaticano como parte de la comitiva oficial que recordó, junto a Benedicto XVI, la mediación de la Santa Sede en el conflicto por el Beagle.
Arancedo es, además, primo hermano de Raúl Alfonsín: de hecho, fue su confesor y quien le dio la comunión una semana antes de morir. Hacia el interior de la Conferencia Episcopal lo reconocen como “un radical negociador, muy querido por la comunidad”. Su principal virtud, aseguran, será dar una continuidad a lo que la Iglesia venía haciendo, sin hacer olas ni ponerse a revisar una supuesta “pesada herencia”. “Es un tipo capaz de respetar el statu quo de manera armónica”, confía una comunicadora con varios años en el Episcopado.

También en la línea moderada se encuentra Agustín Radrizzani, actual arzobispo de Mercedes-Luján, aunque en su caso el nulo apoyo que cosecha entre los sectores conservadores, que sospechan de su diálogo fluido con el kirchnerismo, socava sus posibilidades. En efecto, este sacerdote salesiano nacido en Avellaneda tiene una amistad con Oscar Parrilli -hecho que destacan en el entorno del secretario general de la Presidencia- y, a principios de 2008, reveló que las relaciones que mantenía con el gobierno nacional eran“buenas y favorables”.

Radrizzani protagonizó -tal vez sin quererlo- una de las batallas políticas por los festejos del Bicentenario, hoy olvidadas. El 25 de Mayo de 2010, recibió a la Presidenta en la Basílica de Luján para celebrar el Tedéum oficial; allí aseguró que los doscientos años de la patria eran “una ocasión propicia para fortalecer nuestra integración con los países de América Latina”. Mientras tanto, Bergoglio encabezaba un oficio en la Catedral Metropolitana ante la atenta mirada de Mauricio Macri, Francisco de Narváez y otras figuras opositoras. “Radrizzani siempre fue una figura de diálogo y conciliación. Incluso en los medios quedó no del todo alineado con la línea marcada por Bergoglio”, afirma Poirer.

Su perfil progresista viene de hace tiempo. A principios de la década de los noventa, el entonces papa Juan Pablo II lo nombró obispo de Neuquén, en el lugar del emblemático Jaime de Nevares, recordado por su defensa de los derechos humanos. Varios de sus gestos, como aquella vez que celebró misa en el primer corte de Cutral-Có, usando como altar una camioneta, lo convirtieron en un referente de la Iglesia patagónica. “Es una de las personas con más diálogo con todos los sectores, no me extrañaría que sea designado en una de las vicepresidencias”, arriesga un vocero del Episcopado.

A la hora del “poroteo”, no faltan quienes creen que el arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, puede convertirse en uno de los protagonistas de estas elecciones. “Tuvo un cargo anterior en el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano); esos antecedentes pesan para bien”, recuerda una asistente de Bergoglio en el Arzobispado. Sin embargo, su corta edad -57 años- le juega en contra y la mayoría de los consultados lo ve, a lo sumo, como un futuro vicepresidente.

Por último, el ala conservadora del catolicismo local apuesta sus fichas a Héctor Aguer. El arzobispo de La Plata tiene buenos contactos en Roma (ciudad que visitó varias veces gracias a las gestiones de su amigo y ex embajador menemista Esteban “Cacho” Caselli) y una excelente relación con el nuncio Adriano Bernardini, representante del Vaticano en la Argentina. “Si tiene peso es al nivel de la curia romana, no al nivel de Benedicto XVI”, relativizó Poirer. “Nunca fue una figura que se sintiera cómoda con la gestión de Bergoglio y de los vicepresidentes”.

El ala dura que representa se hizo sentir con fuerza durante el debate en torno al matrimonio igualitario, cuando, por primera vez, Bergoglio perdió una votación interna en la CEA. Considerando las altas chances de que fuera aprobada una ley de matrimonio de personas del mismo sexo, el presidente de la Conferencia Episcopal sugirió un apoyo discreto al proyecto de unión civil. Su propuesta fue rechazada, y Bergoglio se vio obligado a sobreactuar su papel en la famosa carta enviada a los monasterios porteños en la que habló de una “guerra de Dios”, según relata el periodista Sergio Rubin, responsable de la biografía autorizada del arzobispo de Buenos Aires.

En este marco, Aguer aparece como el único referente con chances de suceder a Bergoglio, capaz de declararle una batalla “a todo o nada” a la agenda social del gobierno nacional. Como presidente de la Comisión Episcopal de Educación dio un anticipo de lo que podría ser su conducción en la CEA cuando meses atrás describió a la materia escolar bonaerense Construcción de Ciudadanía como “neomarxista y gramsciana”. En diálogo con esta revista, el periodista de Página/12 Washington Uranga explica que el sector que encabeza Aguer “tiene la idea de una guerra santa, impulsa los eslóganes ‘a favor de la vida’ y la ocupación del espacio público”.

Uno de sus hombres de confianza es Antonio Marino, presidente de la Comisión Episcopal de Seguimiento Legislativo, que durante el primer semestre de 2010 condujo la posición pública de la Iglesia frente a la sanción del matrimonio igualitario. Su tenaz enfrentamiento a la norma fue premiado por el Papa, que en abril de este año lo nombró obispo de Mar del Plata. ¿Seguirá Aguer el mismo camino ascendente? Cerca de Bergoglio aseguran que el arzobispo platense simboliza a “los ultramontanos”, un sector radical que corre por derecha a la actual conducción, pero que esa postura no es mayoritaria entre los obispos.
Para Poirier, la probabilidad de que termine siendo elegido presidente de la Comisión Ejecutiva es baja, “aunque quedar como vicepresidente segundo sería un paso muy adelante para él”. Según los cálculos de un importante integrante del Episcopado, una opción alternativa es que el actual arzobispo de La Plata resulte elegido para otros tres años al frente de la Comisión de Educación, lugar que resultó tener buena visibilidad mediática. De todas formas, la fuente coincide con Poirer en que “haría un gran negocio si asciende a una vicepresidencia”. En los últimos días comenzó a sonar Mario Carniello, actual arzobispo de Salta, como uno de los conservadores con chances de obtener algún cargo ejecutivo en lugar de Aguer, más desgastado por su gestión.

Éstos son, hasta ahora, los nombres. Pocos pronostican sorpresas dado que el nombramiento ocurrirá entre una serie limitada de personajes. Tal como recuerdan desde la CEA, existe una regla no escrita por la cual los arzobispos -doce en todo el país- “siempre ocupan la ejecutiva”.

En cuanto a los otros cargos, el obispo de San Isidro, Jorge Casaretto, terminará su gestión al frente de la Pastoral Social, y todas las miradas apuntan a Jorge Lozano. El arzobispo de Gualeguaychú es recordado por su presencia en el conflicto por las papeleras y por el apoyo que brindó a los familiares de los jóvenes que murieron en Cromañón. A principios de octubre presentó un libro prologado por el propio Bergoglio. El panorama en Cáritas luce bastante más abierto. Fernando Bargalló, obispo de Merlo-Moreno, está obligado a renunciar a la pastoral caritativa, pero aún no se escuchan nombres fuertes para continuar su tarea.

EXPECTATIVAS
Actualmente, la CEA está integrada por más de ciento veinte obispos, entre residenciales, auxiliares, eméritos y dimisionarios. De ellos, sólo tienen voz y voto los residenciales, que son alrededor de ochenta.
La elección se hará mediante voto electrónico en el Cenáculo de Pilar, una histórica casa de retiro que Bergoglio mandó a refaccionar en 2004. El proceso se repetirá hasta que uno de los candidatos reúna dos tercios de las aceptaciones: si ninguno lo consigue en los primeros intentos, la tercera votación consagrará al presidente por mayoría simple.

“La mayor parte de los obispos que han estado hasta ahora cumplieron 75 años y están pasando a retiro. Lo importante es que hay una renovación de caras”, se entusiasmó un sacerdote cercano a la Pastoral Universitaria que, a pesar de la novedad, no se mostró preocupado por la falta de grandes nombres en esta nueva etapa. “Tampoco Bergoglio era un gran nombre cuando llegó a Buenos Aires. A veces, estar en un determinado lugar te da visibilidad”, argumenta.

El promedio de edad de los votantes de Pilar es de sesenta años y algunos suponen que esta renovación generacional dará como resultado una conducción más progresista. “Hoy en día, el Episcopado no ocupa un lugar prepotente, del tipo ‘somos la Iglesia, nos tienen que escuchar’, sino que comparte su opinión; y el que quiera escuchar, que escuche”, ilustra el padre Marcó. “Se viene una Iglesia muy conversadora, con más escenario de debate y más charlas previas”, arriesgó entretanto una encumbrada fuente del Episcopado. El martes 8 se sabrá quién es su conductor.

Por Federico Poore

Magíster en Economía Urbana (UTDT) con especialización en Datos. Fue editor de Política de la revista Debate y editor de Política y Economía del Buenos Aires Herald. Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA), escribe sobre temas urbanos en La Nación, Chequeado y elDiarioAR.

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