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Entrevista a Roy Hora

por Federico Poore
Games Magazine, 10-03-2015

Historia del Turf Argentino de Roy Hora

En Historia del turf argentino (Siglo XXI, 2014), el historiador Roy Hora estudió la manera en la que cambió el lugar de los poderosos en Argentina a través del prisma del mundo burrero. Pero la premisa llevó a un trabajo, por momentos, inesperado. A diferencia de la corriente académica en boga, Hora decidió colocarse lejos de lo que llama «prejuicios ideológicos de la izquierda o de lo nacional-popular». ¿El resultado? Una obra exhaustiva, que apela al académico pero también al estudioso público de las carreras, ese aficionado o apostador a mitad de camino entre el mundo de elite del siglo XIX (que el historiador desentrañó en trabajos anteriores) y el universo popular.

¿Por qué un libro sobre turf?
Es un tema importante en Argentina. Primero, porque este es el país del caballo, probablemente el país más ecuestre del mundo. Siempre hubo mucho interés por el caballo. A la vez, el turf es un lugar de encuentro de distintos universos sociales. Fue en el turf, en la pista, donde nació la figura del deportista profesional, mucho antes que en futbol. Entonces es un escenario interesantísimo porque tenés, por un lado, a las clases populares en un ámbito dominado por las clases altas y, a la vez, a las primeras estrellas populares de la sociedad de masas.

Si bien el libro es crítico con ciertos rasgos elitistas que persistieron en el turf hasta bien entrada la década del  ’30, usted también desecha las críticas moralistas. ¿Por qué adoptó esa línea de impugnar a aquellos que critican al juego «desde la moral»?
Trato de no abrir un juicio moral. Lo que sí señalo es que el turf no fue analizado, en parte, por prejuicios ideológicos. Para los historiadores y para el mundo académico argentino de centroizquierda, izquierda o nacional-popular el turf es un problema… porque tenés a pobres y ricos, élites y masas bailando al mismo ritmo. Entonces la tentación primera de gente como nosotros es decir «no, las distintas clases populares no tienden a tener los mismos intereses y los mismos gustos «. Es siempre mucho más fácil mirar el conflicto que el encuentro. Después está la cuestión de la crítica moral. Ahí lo que detecto es que al comienzo prácticamente no hay impugnación moral porque el turf es parte de un proyecto civilizatorio. El turf nace para refinar a los caballos argentinos y eso forma parte de una ideología productivista más grande. Mejorar caballos no es trivial, no es solamente esta idea de que están para correr en una pista. Después, sí, se va a ir abriendo camino la idea de que sólo sirven para correr, pero la idea inicial del Jockey Club, su carta de fundación, es que tenemos que regenerar el caballo argentino. Por eso al principio es apoyado hasta por el Estado.

Y por la Iglesia…
Es que aquí tienen lugar dos grandes impugnaciones: la izquierda –los socialistas siempre lo impugnaron– y la iglesia. Pero la iglesia no levanta demasiado la voz porque los principales burreros son también grandes contribuyentes y el público que va también es muy católico. Entonces ¿cuándo surge la impugnación fuerte? Yo la vinculo con la consolidación de la presencia pública de las clases medias, y esto pasa más o menos en la década del ’20 y del ’30. Ahí es donde se consagra la figura del juego, uno lee la literatura de 1900 y aún no existían «jugadores». En los años ’30 nace una crítica ya no desde el Estado, de si hay que mantener abierto el hipódromo, cuánto tiempo, cómo tiene que ser la apuesta. La impugnación en los barrios de clase media es más o menos así: «si alguien es jugador, en esa casa hay un problema». Ese es el argumento.

Según cuenta, nunca fue muy burrero.
No lo soy.

¿Tiene amigos burreros? ¿Alguien al que le guste apostar?
Mi suegro es burrero. Descubrí el tema por razones de la propia práctica profesional, pero también desde adentro a través de las cosas que me contaba mi suegro.

¿Cuál es el propósito del libro? ¿Qué se propone, más allá de echar luz sobre este fenómeno?
Una clave es quién lo va a leer. Sé que lo van a leer los académicos: están obligados, el mundo académico es muy chiquito. Después hay otros dos mundos más grandes, el de los burreros, y el de la gente que le interesa la historia del deporte, que no son los mismos.

Casi que está fundando un mercado.
Creo que sí. La gente del turf es muy intelectual. Estudia. Y sabe mucho, más que los futboleros, porque es fundamental para su hobby. El núcleo central de la apuesta gira en torno al cálculo de probabilidades, no es azaroso. Dignifico mucho a esa actividad popular, que siempre ha sido vista con desprecio, sobre todo desde la izquierda. Los apostadores ponen en juego destrezas intelectuales en un mundo popular.

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Por Federico Poore

Magíster en Economía Urbana (UTDT) con especialización en Datos. Fue editor de Política de la revista Debate y editor de Política y Economía del Buenos Aires Herald. Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA), escribe sobre temas urbanos en La Nación, Chequeado y elDiarioAR.

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