Alejandro Katz, ensayista, director de Katz Editores
«Me preocupa que el arresto de Milagro Sala sea una reivindicación del poder de las élites»
por Federico Poore
Buenos Aires Herald, 07-02-2016
Fue uno de los doce intelectuales que en diciembre pasado se reunió con Mauricio Macri en Casa de Gobierno. En esta entrevista con el Buenos Aires Herald, pide darle un tiempo más de gracia al gobierno de Cambiemos ya que, sostiene, «acaba de asumir al frente de un Estado muy deteriorado». Sin embargo, critica la designación de jueces de la Corte Suprema por decreto y la detención de la líder social Milagro Sala.
¿Cómo evaluás el primer mes y medio de gestión de cambiemos?
Para hacer una evaluación exhaustiva deberíamos poder contar con una sucesión de hechos y lo que tenemos hasta ahora son acontecimientos muy puntuales, con lo cual sacar una conclusión sería muy prematuro. Veo un intento intenso por asumir el poder. Veo una cierta vacilación en cuanto al modo en el que la presidencia debe interactuar con otros poderes del país, poderes públicos y fácticos. Tal vez sea parte del aprendizaje del ejercicio del poder, que se quiere hacer intensamente. Veo algunas señales muy claras hacia la sociedad y el exterior, hacia los mercados, hacia los inversores; veo menos señales a los actores sociales. Veo una estrategia de ortodoxia monetaria y heterodoxia fiscal. De hecho, un déficit fiscal de 5,8 puntos sobre el PBI es lo que los ortodoxos no están tolerando.
En tu libro El simulacro (2013) criticaste al kirchnerismo por haber concentrado la riqueza y acumulado el poder político. ¿No es algo parecido a lo que está haciendo el macrismo?
La pregunta clave es: ¿cuando vamos a considerar que termina la transición? La sociedad tiene que pedir una fecha de cierre para que el juicio que emita sobre el gobierno sea el juicio que emita sobre el gobierno, no sobre un gobierno que recién ingresa al poder. Creo que una fecha en la que podemos acordar es el 1° de marzo. Es cercana a los famosos 100 días, es el fin del verano y el inicio del período de sesiones ordinarias (en el Congreso). Me inquieta la incertidumbre de no saber de si el modo de hacer estas cosas es un modo transicional o es un estilo. Me inquieta no saber si el gobierno se enteró que el mejor modo de gobernar del país es el del kirchnerismo. Me inquieta no saber por qué el gobierno decide sostener el déficit en seis puntos del producto y cómo lo va a financiar, de dónde va a sacar obtener los recursos.
La pregunta es si avanzar con medidas por decreto como en el caso de la Corte o la Ley de Medios no es parte de una estrategia consciente del gobierno para pasar ciertas regulaciones importantes sin pasar por el Congreso.
Me es difícil hacer un comentario sobre las intenciones. Sé que el gobierno hizo cosas que no debería haber hecho, no sé si para tomar ventaja o por inexperiencia. Por ahora nada me parece demasiado grave, aunque creo que hubiera sido grave que no retrajera la decisión de nombrar los jueces por decreto.
La marcha atrás no fue completa, porque estos jueces pueden asumir en cualquier momento…
Es una especie de juego de poder: «si ustedes van a bloquear la designación de los jueces, nosotros vamos a nombrarlos por decreto». Es un intento de disciplinar a la oposición, pero no me parece que sea un disparate.
Te llevo a la detención de Milagro Sala.
Me parece un error grave, un error muy grave. Hay información que no tengo para decidir qué tipo de error se cometió – si es por ignorancia, por arrogancia, por necesidad –, pero un error se cometió. Creo que debe haber muy buenas razones para correr jurídicamente a Milagro Sala, pero lo que se hizo no obedeció a ninguna de las buenas razones. Creo que Sala había convertido una organización social en un dispositivo muy complejo de poder con límites seguramente habían traspasado toda frontera de lo legal. Pero justamente, eso exige una investigación en función de las fronteras de legalidad traspasadas y no en función en que el modo en que queremos sancionar a quien las haya traspasado. Me preocupa que esté operando una posición de clase, una reivindicación del poder de las élites sobre los sectores subordinados jujeños. Creo que si algo de esto estuviera presente, sería muy grave. Y creo que la sospecha es posible por el tipo de decisiones tomadas. Si se hubiera actuado con el mayor rigor jurídico, la sospecha hablaría de una suspicacia del enunciador y no sería una ventana de posibilidad. Pero al mismo tiempo, me preocupa un discurso que convierte a las cooperativas en unidades de emprendedorismo laboral, cuando las cooperativas históricamente han convertido la construcción de viviendas en un acto de resistencia vinculado al derecho a la vivienda. La cooperativa es política, y su dimensión política es importante y necesaria en un país terriblemente desigual. Hacer otra cosa es neutralizarlas.
Muchas organizaciones de derechos humanos están preocupadas por las primeras señales del gobierno de Macri en la materia: un encuentro del Secretario de Derechos Humanos con víctimas de la guerrilla, declaraciones de Jaime Durán Barba en contra de la presidente de Abuelas de Plaza de Mayo y una tensa reunión entre el jefe de Gabinete Marcos Peña y representantes de organismos. ¿Qué opinión le merece esto?
La política de derechos humanos del kirchnerismo fue una política muy desencaminada. Lo que se ha hecho bien es lo que dijeron (Graciela) Fernández Meijide o (Beatriz) Sarlo. No sé qué va a hacer el macrismo respecto a las violaciones de los derechos humanos en los ’70, que han sido manipulados en favor del poder, ni en cuanto a las violaciones en el presente -pueblos originarios, trata de personas- que han sido abandonados. Es cierto que Macri no recibió a los organismos de derechos humanos en la Rosada, pero creo que necesitaba mediatizar el contacto para evitar una confrontación. Él no sabía con qué se iba a encontrar en esa reunión, y encontrarse con una situación muy agresiva iba a provocar una ruptura muy difícil de reparar. La reunión con el jefe de gabinete de ministros abre la posibilidad de generar un vínculo. Ambas partes de están midiendo.
Algunos extremistas celebraron la llegada del macrismo al poder. Si el gobierno no avanza con medidas como una amnistía, como promete no hacerlo, ¿no va a hacia un conflicto con estos grupos?
La parte democrática de la sociedad civil ha repudiado la violaciones a los derechos humanos en los setenta que han sido tipificadas como delitos de lesa humanidad. Todo acto de lesa humanidad merece ser juzgado. No creo que haya dudas sobre ello en la sociedad ni en la mayoría de los actores sociales que comparten un piso de amistad cívica sobre el cual nos paramos para construir un país. Si vemos que existen decisiones que permiten que se de marcha atrás con esas decisiones, debemos actuar para evitarlo. Pero todavía no veo indicios en ese sentido.
En diciembre estuviste en Casa de Gobierno en una reunión entre el presidente y una decena de intelectuales. ¿Cómo se organizó el evento?
Recibí una llamada telefónica del Pablo Avelluto, ministro de cultura, diciéndome que quería organizar un encuentro de intelectuales con el presidente, si estaría dispuesto a ir el miércoles siguiente. No sabía ni pregunté quiénes más eran los invitados, pero me encontré con un grupo intachable, todos quienes estaban ahí eran personas de gran traycectoria y probada fe democrática.
¿Qué pasó en la reunión?
Se le pidió a cada uno una breve reflexión para compartir con el presidente, la vicepresidenta, Marcos Peña y Avelluto.
Mario Wainfeld dice que durante la reunión Luis Alberto Romero planteó la idea de una amnistía.
Es cierto que Luis Alberto Romero hizo un comentario sobre ese tema, pero no habló de amnistía. No quiero convertirme en portavoz de Romero, pero él dijo que había situaciones que habían sufriendo acusados por crímenes de lesa humanidad que no se correspondían con lo que el Estado debía hacer con los detenidos. Si mal no recuerdo, se refirió a los detenidos sin condena y mayores de 80 años sin detención domiciliaria. Eso sí. no sé si es una prioridad en este momento…
¿Te definís como alguien de izquierda democrática?
Sí, no lo digo yo, lo dice Horacio González: soy un liberal de izquierda.
Otra referente del área, Beatriz Sarlo, tiene una visión más crítica de estos primeros días de gobierno. ¿Por qué creés?
Bueno, ella es mucho más aguda, así que cualquier cosa que diga seguro será más informada y más inteligente (sonríe). Pero también creo que uno siempre puede construir miradas diferentes sobre un fenómeno y yo estoy tratando de ver las cosas bajo una buena luz. Trato de mantener una mirada crítica, como lo fui con la designación de jueces de la Corte por decreto, pero trato de interpretar que se están tratando de hacer buenas cosas de buen modo. Acaban de asumir al frente de un Estado muy complejo, muy deteriorado.
Una versión en inglés de esta entrevista se publicó en la edición del 7 de febrero de 2016 en el Buenos Aires Herald.