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CATEGORÍAS: Música

Lo bueno si breve

Las mejores diez canciones que duran menos de dos minutos

por Federico Poore

La Agenda, 05-05-2016

A los historiadores musicales les gusta recordar que los temas duran tres minutos desde la era del disco de pasta, porque esa era la duración máxima de grabación que permitían tanto los viejos discos de 78 como los singles de 45 RPM. El cambio de tendencia comenzó a notarse en las décadas del ochenta y noventa, coincidiendo con el auge del CD, aunque los estudiosos aseguran que al final del día las canciones terminaron siendo, en promedio, apenas más largas.

Sea como fuere, antes como ahora varios artistas grabaron por debajo de la potencialidad del formato, rompiendo conscientemente con la fórmula clásica de la “canción pop de tres minutos”. A continuación, diez grandes exponentes de la célebre máxima de Baltasar Gracián: “lo bueno, si breve, dos veces bueno.”

10. Wire – “Three Girl Rhumba” (1977)

La historia se contó mil veces: en su furiosa reacción contra el rock sinfónico, el punk fue una fuerza minimalista que allá por 1976 y 1977 barrió con los estándares de la escena. Menos se ha dicho y escrito sobre la banda londinense Wire, cuyo disco Pink Flag es el mejor exponente de esta reducción a lo esencial. ¿Por qué estirar un tema hasta los tres, cuatro minutos una vez que ya dio todo lo que tenía para dar? En palabras del vocalista y compositor Colin Newman: la canción acaba cuando ya no hay más que decir. El año próximo, “Three Girl Rhumba” cumplirá cuarenta años, aunque aún suena extrañamente familiar a los oídos jóvenes. El motivo es sencillo: la banda brit-pop Elastica se robó el rasgueo para “Connection”, su exitoso single de 1995.

9. The White Stripes – “Fell in Love With a Girl” (2001)

Si hablamos de economía de recursos, la banda comandada por Jack y Meg White tiene mucho para ofrecer, y no sólo por su outfit rojo, blanco y negro o por haberle puesto De Stijl a su tercer disco. Quince años atrás, mientras las radios norteamericanas tenían a Staind, P.O.D. y Creed en heavy rotation, el dúo de Detroit hizo su entrada triunfal al estrellato con un tema infeccioso que en apenas un minuto cincuenta se carga todo aquello que encuentra a su paso. Un ritmo de batería insistente -casi estúpido-, cuatro acordes y letras sobre un flechazo adolescente cantadas de corrido por Jack White, que al final de cada verso lanza unos “ah-ah-ah-ah” que nos recuerdan a los Ramones. Imposible no amarlos.

8. Minutemen – “Dr. Wu” (1984)

Double Nickels on the Dime, álbum de culto de la escena alternativa californiana que cualquier persona de bien debería tener y atesorar en su colección, ofrece 45 canciones en 81 minutos. En otras palabras, el ocasional tema de menos de dos minutos que las bandas usan como separador o rareza es aquí la norma. Hay bastante para elegir en este CD doble, pero uno de los mejores sin duda es este cover de Steely Dan sobre un dealer de heroína que, al parecer, no se siente muy bien. Cuando arranca, parece una zapada: D. Boon (guitarra) y Mike Watt (bajo) casi se atropellan el uno al otro para recitar las letras. Hasta el solo del final es desfachatado, descuidado. Una versión diferente.

7. Archers of Loaf – “Bones of Her Hands” (1996)

En una banda de rock, el arco de la madurez de la vida es, en general, un movimiento hacia el mercado: conforme pasan los álbumes, el sonido se vuelve más pulido y las canciones más accesibles. Hay excepciones a la regla, como la de Archers of Loaf, una banda independiente de Carolina del Norte que entre 1993 y 1998 sacó cuatro discos de estudio, cada uno más extraño que el anterior. “Bones of Her Hands” es el tema más corto de All The Nations Airports, una de las joyas olvidadas de la década del noventa, y nadie sabe muy bien a qué se refieren los “huesos de la mano” del título, aunque entre las poderosas paredes de guitarras creemos escuchar algo sobre una contadora que ayuda a esconder los números negativos de una empresa (les dije que eran extraños).

6. Frank Black – “Thalassocracy” (1994)

No hay manera de subestimar la influencia de los Pixies en la música de los noventa. De Radiohead a Weezer, todos le deben tributo al formato loudQUIETloud que el cuarteto de Boston patentó en discos como Surfer Rosa y Doolittle (que, a propósito, también incluyen grandes temas de menos de dos minutos). La banda se disolvió en 1993, pero la mente creativa del cantante y guitarrista Black Francis -que por entonces adoptó el nombre de Frank Black- siguió funcionando al mango, y al año siguiente -mientras Kurt Cobain decidía ponerle fin a su vida- sacó Teenager of the Year, un álbum formidable compuesto por ¡22! temas de lo más variados, entre las cuales se incluye esta canción punk sobre los grandes imperios navales de la historia. Advertencia: se pega a tu cabeza y no te suelta, como el bicho de Alien.

5. Beatles – “It’s Only Love” (1965)

“Es la canción más bochornosa que alguna vez escribí. Todo rimaba. Letras asquerosas. Incluso en ese momento, las letras me daban tanta vergüenza que apenas podía cantarlas. Es la única canción que desearía nunca haber escrito.” Todo esto le dijo John Lennon al periodista Ray Connolly acerca de “It’s Only Love”, canción que apareció por primera vez en la edición británica de Help!, registrada bajo la engañosa autoría Lennon-McCartney (es casi toda de Lennon). ¿Las letras son pésimas? Seguro. Pero la música es ya del período “transicional” y algunos la consideramos un pequeño clásico del catálogo beatle menos explorado.

4. Hüsker Dü – “Never Talking To You Again” (1984)

¿Por qué todo en Zen Arcade suena así de urgente e inmediato? Respuesta tentativa: porque prácticamente todos los temas del álbum fueron grabados en una sola toma. La banda de Minnesota pasó apenas cuatro días en el estudio para producir su disco más icónico, que luego sería citado como influencia por bandas como Nirvana o Green Day. “Never Talking To You Again”, compuesta por el baterista y co-vocalista Grant Hart (que por entonces tenía apenas 22 años), es una rareza en el catálogo de Hüsker Dü: una breve y furiosa pieza de folk acústico de alguien que analiza el insulto definitivo y finalmente le anuncia a otra persona que no le va a hablar nunca más en la vida.

3. Ween – “What Deaner Was Talkin’ About” (1994)

El tema más corto de Chocolate and Cheese es una melodía psicodélica al estilo de los Beatles de “Something” y, si se me permite el atrevimiento, no tiene nada que envidiarle a los mejores momentos de pop guitarrero del cuarteto de Liverpool. Lo delicado de los versos, el estribillo luminoso y hasta el solo de “Mickey” Melchiondo (más conocido como Dean Ween), todo funciona a la perfección como una de esas películas a las que no les sobra un solo plano.

2. The Smiths – “Please, Please, Please Let me Get What I want” (1984)

Tal vez por su extensión, esta melodía comenzó siendo una rareza en el naciente catálogo de The Smiths. Compuesta por Johnny Marr, fue publicada como lado B de “William It Was Really Nothing” antes de ser incluida como broche de oro de Hatful of Hollow. Los primeros diez segundos confirman que estamos frente a un clásico. ¿Existe línea más morrisseana que la del perdedor que pide al menos una para su lado? “Dios sabe que será la primera vez (que ligo algo)”, dice en las últimas líneas del tema, antes del memorable solo de mandolina de Marr.

1. The Clash – “What’s My Name” (1977)

Tarde o temprano, toda subcultura musical se ve obligada a lidiar con lo que sus integrantes perciben como una crisis de identidad. Ya lo estaba haciendo al otro lado del océano Richard Hell, músico brillante que el año de la violenta irrupción del punk sacaba Blank Generation (“Pertenezco a la generación en blanco / Puedo tomarlo o dejarlo cada vez”). Nuestros working class heroes londinenses no se quedaron atrás y también sacaron temas que podían ser leídos como el síntoma del adolescente enojado y confundido de fines de los setenta. No queda otra que rendirse a los pies del estribillo tribunero (What’s my na-a-a-a-a-ame!) y disfrutar el oscuro riff de guitarra de introducción, que vale por sí solo el precio de la entrada.

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Por Federico Poore

Magíster en Economía Urbana (UTDT) con especialización en Datos. Fue editor de Política de la revista Debate y editor de Política y Economía del Buenos Aires Herald. Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA), escribe sobre temas urbanos en La Nación, Chequeado y elDiarioAR.

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