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Moverse en el conurbano: la inseguridad condiciona la movilidad en el partido de San Martín

Los diferentes ramales del colectivo 670 llevan a los habitantes de Costa Esperanza hasta las estaciones de tren de José León Suárez o San Martín.

por Federico Poore

elDiarioAR, 13-11-2022

Al oeste del partido de San Martín, sobre la cuenca del Río Reconquista, nadie habla de smart cities o monopatines eléctricos. En estos barrios informales, ubicados en terrenos bajos y zonas de relleno, las opciones de movilidad para la mayoría de sus habitantes son caminar, ir en bicicleta por calles de tierra embarradas o esperar un colectivo que pasa cada veinte minutos. Uno de ellos es Costa Esperanza.

La inseguridad y el mal estado de calles y veredas son las principales barreras a la movilidad cotidiana. El remis es la única alternativa ante viajes de emergencia y los colectivos que pasan cerca del barrio (las líneas 310 y 670, más un ramal de la línea 237 que se sumó hace algunos meses) no ofrecen horarios confiables.

“Para ir al centro tenemos que ir a la estación San Martín o a José León Suárez. El tren es más barato y más accesible pero primero, para sacarnos de acá, tenemos que tomarnos el colectivo”, dice Alicia Duarte a elDiarioAR, tras una pausa en la máquina de coser en el centro cultural que creó después de la desaparición de su hermano.

La historia del joven Diego Duarte, que desapareció en 2004 mientras recolectaba metales en un predio del CEAMSE, merecería una nota aparte. Pero estamos en Costa Esperanza hablando de transporte, y al transporte volvemos.

“El colectivo nunca nos cumple un horario que digas ‘a las cinco pasa’ y a las cinco pasa. Y los que más nos preocupamos por eso somos los trabajadores, porque los delincuentes siempre van a estar a plena luz del día viendo como robarle a los pasajeros”, agrega Duarte mientras comparte un tereré. “Hay dos policías en la garita pero están todo el día durmiendo, achanchados. Si los querés ver están como Peppa y el papá de Peppa de gordos” (N. de la R.: se refiere a dos personajes de la serie de dibujos animados Peppa Pig).

En la otra punta, Jesi, madre de cuatro, cose unas carteras con restos de silobolsas.

“Desde principios de año pasa el 237, que al menos te lleva derecho a Caseros y Martín Coronado, es un colectivo accesible”, dice Jesi, sumándose a la conversación. “El tema es que pasa cada 20, 25 minutos. Y el servicio corta muy temprano. A las seis de la tarde ya no pasa más.”

Para Alicia Duarte es muy importante la frecuencia y disponibilidad del servicio de colectivos, porque es lo que la saca del barrio.

Viajes que no se hacen

Tres de cada cuatro nuevos asentamientos informales en las primeras décadas del siglo XXI se instalaron en los bordes de la expansión metropolitana. Se trata de un tipo de entorno urbano muy vulnerable, “con pésima disponibilidad de transporte y conexión con el resto de la ciudad”, explica un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Costa Esperanza comenzó a desarrollarse en 1998. Hoy es el hogar de 1.500 familias y muchos de sus habitantes tienen empleos precarios e informales en la construcción o el cartoneo. Otros se ocupan del comercio barrial informal o trabajan en el Complejo Norte III del CEAMSE ubicado a corta distancia del barrio.

Un análisis de las dinámicas de movilidad de Costa Esperanza, Costa del Lago y 8 de Mayo, todos barrios situados en la localidad de Loma Hermosa, muestra que los viajes más frecuentes de sus habitantes son al propio departamento de San Martín (67% de los viajes), a la Ciudad de Buenos Aires (12%) y a otros municipios del norte del Gran Buenos Aires. Otros estudios confirman esta tendencia.

Los motivos de viaje más frecuentes son el trabajo, las compras y las actividades asociadas con el cuidado, como por ejemplo dejar en la escuela o pasar a buscar a un integrante del hogar. Y es aquí donde el reporte observa claros patrones de género.

“Las mujeres tienen una mayor diversidad de propósitos de viaje (predominan los de cuidado de terceros), una proporción importante de sus viajes tiene por fin acompañar a alguien, y la distribución horaria se ve marcada por la necesidad de evitar situaciones de peligro o acoso”, dice el reporte preparado por los investigadores Andrea Gutiérrez, Leda Pereyra, Enrique Pelaez, Lynn Scholl y Diego Tassara.

En otras palabras, el miedo a los robos y al acoso callejero lleva a suspender viajes previstos, a modificar horarios o trayectorias y a tener que depender de vecinos, familiares o amigos para moverse. La percepción de inseguridad se retroalimenta con las barreras de la infraestructura física y la calidad del servicio del transporte.

“Algunas mujeres del barrio, cuando ven que hay hombres saliendo para la parada, tratan de sumarse y de ir todos juntos”, dice Alicia. “La cosa está muy difícil. A veces dos o tres personas pasan en moto, te apuntan y te roban.” ¿Qué horarios se evitan? “Si tuviera que elegir solo viajaría de día. Yo estuve en robos arriba del colectivo, sé cómo es. Así que son las diez de la noche y estoy sola, o si me fui a Suárez y tengo que volver a casa rápido, prefiero pagarme un (viaje en la plataforma de movilidad) DiDi o un remís.” El informe del BID parece haber captado esta realidad en Costa Esperanza.

“La inseguridad torna casi obligatorio el uso del colectivo para realizar desplazamientos que podrían hacerse caminando o en bicicleta, y a su vez, los déficits del colectivo motivan el uso del remís, incrementando el peso de las barreras económicas de la accesibilidad al transporte”, resume el reporte.

En busca de soluciones

El informe cierra con algunas recomendaciones para mejorar la movilidad en este y otros barrios informales de San Martín. Primero, desarrollar infraestructura orientada al peatón como veredas, cobertura verde y mejor iluminación. Segundo, aumentar el acceso a oportunidades laborales, educativas, de salud y recreativas para reducir los costos (en tiempo y dinero) que representan para los habitantes del barrio. Tercero, un reparto de roles y responsabilidades en torno a los servicios de transporte: quién define los recorridos y qué autoridad controla la policía responsable por la seguridad en el barrio.

Las líneas 237, 310 y 670 son operadas por la empresa La Nueva Metropol, aunque las dos primeras son de jurisdicción provincial y la tercera depende de la Municipalidad de San Martín.

Perdido entre sus 105 páginas, el documento también incluye un consejo para planificadores urbanos en barrios como Costa Esperanza: “No es recomendable implementar políticas de movilidad activa (fomentando la caminata y el uso de la bicicleta) sin antes atender las dificultades de infraestructura física y seguridad”. La temperatura roza los 30°, no se ve mucho movimiento a la hora de la siesta, y el cronista vuelve a la estación Suárez en remís.

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Por Federico Poore

Magíster en Economía Urbana (UTDT) con especialización en Datos. Fue editor de Política de la revista Debate y editor de Política y Economía del Buenos Aires Herald. Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA), escribe sobre temas urbanos en La Nación, Chequeado y elDiarioAR.

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