Qué añito, amigos.
El penoso final del gobierno más disfuncional de la historia reciente dio paso a la revancha de los opas, con su caterva de amateurs, su elogio de la crueldad y su culto a la estupidez, en el marco de un ordenamiento macroeconómico a los ponchazos -caída de la inflación incluida- que hasta los ajenos celebran por lo bajo y que ayuda a explicar parte de su éxito.
La nueva administración ha elegido como enemigos a los científicos, al sistema universitario y al desarrollo de capacidades tecnológicas, en fin, todo aquello que en algún momento supo distinguir a la Argentina del pelotón de repúblicas bananeras. Dependiendo el día, al pulso del debate público lo marcan alguna metáfora anal del jefe de Estado, su hermana pastelera que hoy funge de asesora principal del nuevo gobierno, las declaraciones de una cosplayer fronteriza o las disculpas de una diputada nacional -de profesión: técnica en podología- que ahora está “reflexionando para adentro” (sic). La televisión pública emite telenovelas turcas y programas de chimentos conducidos por la pareja del presidente.
Enfrente, el 80% de los radicales votando a favor de reventar el presupuesto de las universidades y Cristina Fernández, su nepobaby y el Instituto Patria denunciando a los medios concentrados con un ejemplar de Clarín en la mano. Para ilusionarse.
En la Ciudad Autónoma, Blackri abrazó la versión subtropical de la agenda anarcocapitalista (conservadurismo cultural, campaña contra las ciclovías) del candidato que en las elecciones locales salió tercero cómodo, ahí nomás del FIT. La capital de este país del G20 se hunde en el olor a meo y continúa sin desarrollar programas de alquiler asequible, mientras los planes de expansión de la red de subte brillan por la ausencia y una nueva demora en la compra de coches para la línea B obliga a sus usuarios a seguir viajando en los mismos que tomaba Sting en los setenta, y que ahora además de asbesto parece que también tienen sarna.
El universo digital, con la excepción quizás del portal Periodistas en el cine y su nueva encuesta de mejores películas sobre periodismo, se terminó de convertir en una gruta tóxica irrespirable. Elon Musk amagó con no ajustarse a derecho en Brasil y casi nos quedamos sin memes en portugués (¡sacrilegio!). La plataforma que regentea el Hank Scorpio nacido en Pretoria no pasa por su mejor momento: llena de trolls, bots y una invasión de estímulos y contenido promocionado, “X” vio caer su número de usuarios en Estados Unidos y el Reino Unido en un 30%. Parece que solo vamos a quedar los argentinos, los seres más intensos de la tierra, conectados a este antro por una relación de amor/odio alimentada por nuestro autodesprecio e infinito sentido de la ironía.
Esta es la decimocuarta edición de la lista de mejores tweets y las reglas de inclusión siguen siendo las mismas: tuits en español, escritos por argentinos no famosos. El autor se autoexcluye aunque recuerda con cariño esta observación cinematográfica.
¿Será este el último resumen de tweets de la historia?
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Hasta el año próximo (o no).